En la mira

Un peligro para México

* La paja en el ojo ajeno

 

Las armas de Andrés Manuel López Obrador han sido el insulto y la descalificación sin argumentos. No solamente durante los últimos seis años que lleva en campaña por la Presidencia de la República, así ha sido toda su vida.

No maneja conceptos, ideas profundas, sus señalamientos son paranoides, lo persigue por ejemplo Carlos Salinas de Gortari, “el innombrable”,  de quien dice que está detrás de todas las posibles conjuras contra México (que son contra él).

Es su personalidad, su estilo, su léxico lo define. Los proyectos de nación que ha presentado en forma de libro son superficiales, frases hechas que no resuelven a profundidad los problemas nacionales.

Va a “acabar con la pobreza”, promete “escuela para todos los niños”, “campos deportivos en lugar de basureros”… Y el ofrecimiento que él cree que lo llevará a la presidencia: Construirá el tren bala de la Ciudad de México a los Estados Unidos.

Así trabaja el cerebro del Peje. Es superficial, mediocre. No hay discurso que pronuncie que no esté plagado de insultos.

Pero basta que el presidente Calderón reconozca que sigue pensando que el tabasqueño es un peligro para México para que “los fans” del “Mesías tropical” se lancen con todo tipo de adjetivos contra quien osa “perturbar la paz social” de esa manera.

El Peje, se deduce de esa reacción, puede hacer y decir lo que se le antoje, pero que nadie le responda poniéndolo en su lugar porque se expone a sufrir una condena brutal.

El daño que López Obrador ha causado a México con su censura permanente a todo lo que haga y diga el presidente es tan grande que ha ocasionado que se detengan reformas indispensables en la Legislatura, y no sólo eso. Otra sería nuestra nación si Andrés Manuel hubiera reaccionado de manera civilizada cuando perdió la elección de 2006. Sigue diciendo que le robaron la presidencia, cuando su misma encuestadora lo ha desmentido. Decía, antes de la elección, que tal encuestadora le había dicho que tenía 500 mil votos de ventaja sobre Felipe Calderón, pero ella afirma que fue todo lo contrario, le previno que podía perder y perdió.

Se autonombró “Presidente legítimo de México” para mantener su tren de vida y el de sus hijos y para seguir vigente en una gran campaña de seis años por la Presidencia, porque sabía que su sucesor en el gobierno del DF, Marcelo Ebrard, crecería tanto que lo podría desplazar en las preferencias, como está sucediendo.

Se declara en contra de la alianza del PRD con el PAN en el Estado de México para competir contra el PRI por el gobierno de esa entidad en el 2011, cuando es la única manera en que podrían ganarle. La postura del Peje es la misma de Peña Nieto. Sin alianzas, gana el PRI y gana Peña Nieto; solo no puede ganar el PRD, ni López Obrador.

Ojalá la elección presidencial del 2012 termine para siempre con la figura de López Obrador para que el sucesor de Calderón, sea quien sea, pueda ejercer el gobierno sin presiones, sin esa oposición sistemática que sólo le ha apostado a que pierda Calderón, aunque eso signifique que también pierda el pueblo de México.

Esperemos que este Nicolás Zúñiga y Miranda de nuestros días, pueda en un par de años ser visto como el personaje tragicómico que es, con la esperanza de que no le cause un daño más grande a la nación.

Andrés Manuel sigue siendo, efectivamente, un peligro para México.

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